Educar con el ejemplo

“Educar con el ejemplo no es una manera de educar, es la única”.

-Albert Einstein


¿Haz escuchado la frase “hay que educar con el ejemplo”?  Pues esta frase tiene su sustento en que los seres humanos somos sociales por naturaleza y aprendemos a adaptarnos a nuestro entorno imitando lo que vemos en él. De esta manera, conductas que en un principio observamos en el exterior, eventualmente se terminan volviendo nuestras y determinan la forma en la que nos comportamos y nos relacionamos con nosotros mismos y los demás.

Los niños y niñas, especialmente cuando se encuentran en etapas tempranas, ponen mucha atención a la conducta de las personas más cercanas a ellos, es decir: padres, abuelos, maestros, etc. y, posteriormente, modelan su propia personalidad a partir de lo que ven en ellos. Sin embargo, en ocasiones esto de educar con el ejemplo puede hacernos cuestionar nuestro actuar como padres pues es incongruente pedirles a mis hijos que no griten si me escuchan gritar constantemente o pedirles que sean pacientes cuando me ven desesperada con frecuencia.

Por esta razón te sugiero que antes de evaluar la conducta de tus hijos, revises la propia. Hacer una lista de las cosas que no te gustaría ver en tus hijos y ver cuáles haces tú, es una buena forma de identificar las conductas que debes trabajar en modificar. A veces, como padres, cambiamos nuestra conducta solo estando delante de nuestros hijos, mientras que el resto del tiempo podemos comportarnos de otra forma; lo ideal es siempre comportarnos como nos gustaría que nos vieran nuestros hijos, pues eso envía una señal de congruencia y autenticidad. Tampoco te lo tomes como una exigencia, es mejor observarlo como una posibilidad de mejorar, recuerda que nuestros hijos son un espejo de nosotros y viceversa.

Si bien es importante tener una conducta que sirva de modelo a nuestros niños, no somos perfectos, también se vale equivocarse. Los errores son una gran oportunidad para educar con el ejemplo. Poder aceptar cuando no manejamos de manera adecuada nuestras emociones o cuando nuestra forma de lidiar con alguna situación no fue la mejor, también les ayuda a nuestros hijos a ser más flexibles, les da la libertad de equivocarse y la fortaleza de asumir la responsabilidad de su error.

No debemos olvidar que ser padres es un ejercicio de aprendizaje continuo en el que no sólo vamos aprendiendo a formar mejores personas, sino también cómo ser mejores nosotros mismos.

Equipo de talleres Habia una vez…emociones